Que nadie se queda atrás es uno de los presupuestos esgrimidos en la Agenda 2030. El núcleo de dicha Agenda, a través de sus diecisiete objetivos de desarrollo sostenible, los famosos ODS, supone uno de los objetivos más nobles que la ONU, órgano supranacional por excelencia, ha proyectado en la historia actual de la humanidad. Desarrollan un paradigma, mediante una política social pautada y firme, modelo para configurar un preclaro objetivo de las aspiraciones más altas de la humanidad. En paralelo a las premisas de dicha agenda, y con el deseo que no se quede en un mero protocolo de intenciones, desde nuestra plataforma vamos a desarrollar una colección de textos que conectan de forma inexorable con la comunidad gitana. Hete aquí el primero. Una puesta en escena que supone, en esencial conexión, los objetivos esgrimidos por la mayor organización mundial, en materia de derechos humanos y sociales, y los anhelos, perseguidos desde la noche de los tiempos, por los gitanos españoles. Al menos por una parte de éstos que teniendo claro que hay que repensar, refundar, y redefinir el modelo asociativo progitano, apuestan por un nuevo modelo de organización, que destierre el paradigma dominante de tintes asistenciales, basado en la excelencia de los proyectos educativos y en una política social sólida y regeneradora. El ‘leif motiv’ del nuevo orden mundial en materia social, de no dejar a nadie atrás sabiendo que supone una promesa en peligro, es el deseo promulgado por la Agenda 2030, y en toda su extensión compartido por la comunidad gitana en aras de una humanidad más humanizada. En palabras de António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, “si no actuamos ahora, la Agenda 2030 se convertirá en el epitafio del mundo que podría haber sido”