Tú eres la gitana

por Alexandrina de Moura Fonseca

Alexandrina de Moura Fonseca

Alexandrina de Moura Fonseca desgrana en este artículo el rol de la mujer gitana en el seno del ámbito laboral. Una realidad cruda a la que las mujeres gitanas han tenido que enfrentarse, incluso alterando su apariencia física, para no ser reconocidas desde un primer momento como gitanas, y poder de ese modo tener acceso al mercado de trabajo. De modo paralelo, analiza el papel de la mujer gitana dentro del movimiento asociativo, concluyendo que es necesario promocionar a la mujer gitana “para el desarrollo de todas las profesiones, a pesar de la desconfianza de aquellos que nos reciben…


Cuando nosotras, las mujeres gitanas rompemos con las normas culturales establecidas debemos ser fuertes y estar mentalmente preparadas para soportar todo lo que, por desgracia, se nos viene encima. En la mayor parte de los casos, se llega al mercado laboral sin experiencia alguna, ni formación, y a esto le sumamos que si el perfil que se muestra es el característico gitano, difícilmente encontraremos trabajo.

«Las mujeres gitanas, en la mayor parte de los casos, llegan al mercado laboral sin experiencia alguna, ni formación, y a esto le sumamos que si el perfil que se muestra es el característico gitano, difícilmente encontraremos trabajo.»

En el caso de que todos aquellos obstáculos logren superarse, nos vemos en la obligación de hacer un doble esfuerzo: para demostrar que eres una buena trabajadora, una buena persona, que te encuentras fuera de los estereotipos que arrastramos como lastres, etc. y, por supuesto, para no equivocarte, porque automáticamente aparecerá la frase hecha: “Es que el que no te la hace a la entrada, te la hace a la salida”.

Teniendo en cuenta que perdemos el nombre, los apellidos y la profesión que se desarrolla dentro de un grupo en el que trabaja una gitana, “tú eres la gitana”, sin nombre ni profesión. Esto es otra de las cosas en las que debemos ser firmes; nunca debemos perder el nombre, ni la profesión. Si esto se consigue, será un triunfo, pero tenemos mucho trabajo por delante, por muchos factores:

«…hay que promocionar y preparar a las mujeres para el desarrollo la mayoría de las profesiones, frente a la desconfianza de aquellos que nos reciben…»

En primer lugar, porque eres mujer y, en la mayor parte de los casos, te encuentras sin los mimbres necesarios para sobrevivir. Y, en segundo, porque hay que promocionar y preparar a las mujeres para el desarrollo la mayoría de las profesiones, frente a la desconfianza de aquellos que nos reciben. Si a todo esto se le añade la falta de aceptación interna, familiar, social, gitana, es mucho más complicado saltar todos estos obstáculos.

Las mujeres en el mundo activista gitano comienzan por asociarse y terminan trabajando, convirtiéndose en peones de los mismos dirigentes; esto quiere decir que terminamos haciendo el trabajo, pero a pesar de eso, continuamos siendo invisibles. Esto sigue pasando, para nuestro pesar, en la actualidad. Podemos encontrar más mujeres trabajando en el mundo asociativo que hombres y, sin embargo, a la hora de las representaciones públicas (como reuniones importantes, etc.), más del 80% son hombres; incluso en la mayoría de comisiones, donde la mujer debería estar presente, no se da el caso.

«Las mujeres en el mundo activista gitano comienzan por asociarse y terminan trabajando, convirtiéndose en peones de los mismos dirigentes; esto quiere decir que terminamos haciendo el trabajo, pero a pesar de eso, continuamos siendo invisibles.»

En algunas ocasiones, en las que debemos acudir como representantes, pueden asistir algunas técnicas, pero la mayoría de veces ninguna es gitana. Cuando preguntan por qué no están las mujeres gitanas en dichos actos u encuentros, osan decir que no se atreven a hablar en público (pura mentira).

La cuestión es que hay que exigir a las administraciones la necesidad de la visibilidad de las mujeres gitanas, su voz y su voto. La necesidad de una mesa política que tenga que hablar de nosotras, nuestros hijos, nuestra familia, nuestro presente, y cómo no, nuestro futuro.